Desde el uso del fuego natural en la antigüedad, pasando por la leña, el carbón y el petróleo, el desarrollo de la civilización humana se basa fundamentalmente en el desarrollo de la capacidad de aprovechar la energía. Hasta ahora, la civilización humana contemporánea y el desarrollo económico se fundamentan en gran medida en la explotación y el uso de combustibles fósiles. En el siglo XXI, ante la preocupación por las reservas de combustibles fósiles no renovables en la Tierra y la creciente contaminación ambiental causada por su explotación, la atención se ha centrado en las energías verdes y sostenibles, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica.
“Solo resolviendo los problemas científicos de la utilización eficiente de la energía solar se podrá alcanzar el desarrollo sostenible de la humanidad”, afirmó el profesor Chen Yongsheng, de la Facultad de Química de la Universidad de Nankai. “El sol es la madre de todo y la fuente de energía. Si se pudieran aprovechar dos diezmilésimas de la energía lumínica que llega a la Tierra cada instante, se podrían satisfacer todas las necesidades energéticas de la sociedad actual”. Por ello, entre las diversas tecnologías que utilizan la energía solar, las células solares, es decir, los dispositivos que utilizan el efecto fotovoltaico para convertir directamente la energía lumínica en energía eléctrica, se han extendido ampliamente y constituyen una de las tecnologías más prometedoras.
Desde hace tiempo, se fabrican células solares con materiales inorgánicos como el silicio cristalino. Utilizar el material de carbono más abundante de la Tierra como materia prima básica para obtener energía limpia, eficiente y de bajo costo mediante técnicas avanzadas reviste gran importancia para resolver los principales problemas energéticos que enfrenta la humanidad.
Fecha de publicación: 20 de mayo de 2023